INTRODUCCIÓN
La
demencia según la OMS “es un síndrome –generalmente de naturaleza crónica o
progresiva– caracterizado por el deterioro de la función cognitiva (es decir,
la capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría
considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La demencia afecta a
la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad
de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La conciencia no se ve afectada. El
deterioro de la función cognitiva suele ir acompañado, y en ocasiones es
precedido, por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o
la motivación.”
Este
tipo de enfermedad se da generalmente en personas mayores, y suele aparecer a
partir de los 60 años, es una de las principales causas de
discapacidad y dependencia entre las personas mayores.
La demencia es uno de
los problemas de salud pública más importante a los que se enfrenta nuestra
sociedad, es una de las “epidemias del s.XXI”. Antiguamente, cuando la demencia
no era reconocida como una enfermedad, se creía que la perdida de facultades
que presentaba dicha persona mayor era producto de la edad, se le conocía como olvido benigno del anciano. Actualmente
y como consecuencia del envejecimiento de la población española, el número de
personas mayores de 65 años con esta patología alcanza el 7%, pasando al 25% al
superar los 80 años.
El neurólogo es el especialista
de referencia para los pacientes con demencia y quien debe determinar el diagnóstico
definitivo y las pautas de tratamiento para el deterioro cognitivo (DC) y los
síntomas conductuales y neurológicos, con el apoyo de otros especialistas, como
geriatras o psiquiatras.
Dicha enfermedad,
afecta a determinadas funciones como pueden ser la memoria, el lenguaje
(provocando parafasia), la praxis, la orientación espacial y temporal, el
pensamiento, la capacidad de razonar, entre otras. Este tipo de enfermedad no solo tiene un impacto físico, psicológico
y social en las personas que padecen esta enfermedad, sino que también provoca
efectos entre sus cuidadores, familias y
la sociedad en su conjunto. La demencia senil necesita de actuaciones concretas
de coordinación, no sólo sociosanitarias, sino también familiar, pues la
familia juega un papel fundamental en el cuidado de personas con demencia,
teniendo en cuenta que la mayor parte de los ancianos se encuentran en sus
domicilios o en el de sus hijos.
DESARROLLO
La persona que padece esta enfermedad, es Antonia,
una mujer de setenta y cinco años que la sufre desde hace 3 años. Tiene tres
hijos y es viuda desde hace 34 años.
Vive en el domicilio de su hija menor, encargada de
su cuidado, pues a causa de su viudedad siempre han vivido juntas. Al
principio, vivían en el domicilio de Antonia y años más tarde al cambiar la
familia de domicilio, esta siguió viviendo con su hija.
Su formación no va más allá de los estudios
primarios, pues dejó de estudiar pronto para ponerse a trabajar en un taller de
costura en el que estuvo hasta que contrajo matrimonio. Los recursos económicos
de los que dispone son una pensión de jubilación y una pensión de viudedad.
El diagnóstico de su enfermedad se produjo cuando
tanto a nivel personal como familiar notaron que sufría leves pérdidas de
memoria (no recordaba qué había hecho recientemente y olvidaba palabras al
intentar mantener una conversación) que se iban agravando con el paso del
tiempo, por lo que decidieron acudir al médico de cabecera donde se le realizó
un cuestionario para comprobar su memoria y para saber si la persona se ubicaba
en el espacio y tiempo.
No existe una relación uniforme entre la
severidad de la demencia y los síntomas que aparecen, aunque sí podemos indicar
ciertas pautas generales entre las personas que sufren algún tipo de demencia. Los signos y síntomas de esta enfermedad, afectan de
manera distinta a estas personas, dependiendo del impacto que ocasiones en
ellas, además de la fase en la que se encuentren. Existen tres fases:
- La etapa temprana (los
síntomas son difícilmente apreciables): perdida de la noción del tiempo,
desubicación, tendencia al olvido, etc.
- La etapa intermedia
(cuando los síntomas se vuelven más evidentes): comienzan a necesitar
ayuda para el aseo o cuidado personal, olvidan los nombres de las personas
de su entorno, realizan de manera continua las mismas preguntas, aparecen
síntomas de descontrol de las emociones, como risas o llantos inesperados.
- La etapa tardía
(en la última etapa de la enfermedad, la dependencia y la inactividad son
casi totales): dificultad para conocer
a sus familiares y amigos, dificultades para caminar, alteraciones en su
comportamiento, a veces derivadas en agresividad, etc.
En este caso, nos encontramos ante una
persona ubicada en la etapa intermedia, pues, aunque presenta falta de
iniciativa y dificultades en el ámbito social, también comienza a denotarse
olvidos de los nombres de las personas de su entorno y realiza las mismas
preguntas en reiteradas ocasiones. Además de apreciarse descontrol en sus
emociones y en la forma de comportarse socialmente.
Tanto para la detección de la enfermedad como para
su posterior seguimiento, se les hizo un cuestionario a Antonia y a su hija, la
cuidadora actual de esta. Las preguntas realizadas a Antonia fueron decir su
nombre, decir los números, le nombraban una lista de animales para que las
recordara con posterioridad, además de pedirle que realizara unos dibujos. A su
hija, le pasaron un cuestionario en el que aparecían preguntas sobre la
cotidianidad de Antonia, como si era capaz de ducharse y vestirse sola, si
sabía regresar desde algún punto a su domicilio o si sabía cocinar sola.
También se le realiza una prueba, de la cual su hija (la narradora de la
historia) no recuerda el nombre.
Los
fármacos más utilizados en estos casos son antidepresivos, antipsicóticos y
algunos anticomiciales. Dependiendo de la etapa
en la que se encuentre dicho paciente, el tratamiento que se le impondrá será
bastante diverso: los fármacos sintomáticos, producen una mejoría
cognitiva y funcional que desaparece tras la
retirada del fármaco, haciendo caer la curva del deterioro al punto en que le
correspondería si no hubiese tomado el
fármaco.
Los fármacos
estabilizadores, pausan de manera significativamente la progresión de la
enfermedad. Los fármacos utilizados para la prevención 1ª y 2ª, que atenúan el
riesgo de sufrir la enfermedad o retrasan su inicio. Y los fármacos curativos, que hoy en día son el
futuro en el campo de la demencia.
Tras ser diagnosticada
la enfermedad, a Antonia le recetaron un fármaco para la prevención de dicha
enfermedad (lyrica de 25
miligramos), y tras varias revisiones después se le siguió recetando la misma
pastilla hasta alcanzar la de 75 milígramos. Actualmente su neurólogo le ha
cambiado la medicación, ya que esta mujer ha avanzado en la enfermedad, esta
vez le han recetado yasnal (10 miligramos), perteneciendo este al grupo de
fármacos estabilizadores para frenar la progresión de dicha enfermedad.
Pero no sólo se le medica para intentar paliar su
enfermedad, además la especialista en neurología le da un libro de actividades
cognitivas para que mantenga su mente activa.
En todo momento Antonia, es consciente de que algo
le pasa, y aunque en varias ocasiones se le ha dicho que sufre demencia senil
no quiere reconocerlo. Además de tener pérdidas en la memoria a corto plazo,
repite varias veces las cosas que ya ha hecho o contado con anterioridad, se
niega a tomar la medicación cuando se siente bien, se niega a realizar las
actividades cognitivas y a volver a acudir a la revisión médica.
Se puede valorar como la dependencia a
su hija es cada vez mayor, cuando antes solo era necesaria su ayuda para cosas
puntuales como hacer de comer porque no recordaba qué ingredientes llevaba el
plato en cuestión. Actualmente necesita de sus cuidados continuamente, pues
aunque es autónoma en su aseo personal, no distingue entre cosas opuestas, como
si tiene frío o calor, o si se encuentra bien o no, confundiendo estos y otros
términos, que afectan por ejemplo a la hora de vestirse, utilizando ropa no
acorde con la época del año en la que se encuentra. Y sobre todo en cuanto a su
medicación no recuerda cuando la toma o no, y es su cuidadora la que debe estar
atenta a estos detalles.
La
aparición de un caso de demencia suele tener un efecto devastador en el entorno
familiar del paciente desde el punto de vista afectivo, a lo que se une la
carga que supone la discapacidad y dependencia, el gasto sanitario y en ayudas,
la posibilidad de institucionalización y las consecuencias legales del diagnóstico.
Aunque su familia conoce
instituciones que aportan ayuda tanto a familiares como afectados no están en
contacto con ninguna por el rechazo de Antonia a reconocer su enfermedad. Ante
este rechazo, ella siempre se muestra activa para que las personas que se
encuentran a su alrededor puedan comprobar que se encuentra bien.
Sin
embargo, aunque Antonia no sufra Demencia por Cuerpos de Lewy
(DCL), creemos necesaria hacer una breve introducción sobre esta, ya que en la
actualidad es el segundo tipo de demencia más frecuente tras el Alzheimer. Es
un tipo de demencia de difícil diagnóstico y tratamiento. La similitud de síntomas entre estas dos
enfermedades a veces provoca errores en el diagnóstico.
Unas de las características
fundamentales para el diagnóstico de DCL pueden ser la presencia de síncopes,
pérdidas de conciencia inexplicable y otros trastornos autonómicos severos,
como pueden ser: dificultades motoras, síntomas cognitivos y conductuales,
alteraciones del sueño, agresividad verbal o física, etc.
El Papel del Cuidador
ante la Demencia Senil
En los centros de día
se aportan recursos sociosanitarios asistenciales dirigidos a personas mayores
con algún tipo de demencia, que viven en sus domicilios o en los de sus hijos.
Pero a pesar de estar supervisadas por sus familiares, precisan un tratamiento
de mantenimiento durante el día, proporcionándoles así, una posibilidad de
valerse mejor por sí mismas, una mayor dignidad y una mejor calidad de vida a
sus familiares permitiendo que desarrollen normalmente una vida social y
laboral.
Estos centros prestan
atención especializada a los mayores, apoyo a las familias y atención
ambulatoria.
El manejo del paciente con demencia
debe partir de un enfoque global, que contemple la situación clínica del
paciente, la existencia o no de síntomas conductuales, la comodidad del medio
en que vive, y por último, las características del cuidador y sus posibilidades
de supervisión de la correcta toma de la medicación y de vigilancia de los
efectos secundarios.
El cuidador, es una pieza clave en
el sostenimiento de la persona con demencia. Este asume un gran coste personal
por su dedicación al paciente, en términos económicos, laborales, sociales
(disminución del tiempo de ocio y relaciones sociales fuera del hogar) y de
salud psíquica y física.
Entre los posibles servicios de
apoyo a familiares y cuidadores informales se encuentran los siguientes:
-
Servicios de información y orientación.
-
Formación: cursos o actividades
formativas impartidas por profesionales con experiencia en la atención a
pacientes con demencia, destinadas a mejorar las habilidades del cuidador y su
comprensión del problema.
-
Atención psicosocial.
-
Respiro a domicilio y estancias
temporales: servicios destinadas a suplir las funciones del cuidador durante un
periodo corto de tiempo, por necesidad de descanso o porque circunstancias
excepcionales le impidan atender al paciente.
Pero este es un recurso que, como
se menciona en párrafos anteriores, no sirve de ayuda ni a Antonia, ni a su
familia, aunque la especialista en neurología les informó de la existencia de
centros de día, la familia no hace uso de ellos. Antonia siente cierta
resignación, pues se conforma con su actual situación, pero a la vez no quiere
reconocer su enfermedad y mucho menos hablar de ella. Es por este motivo por el
que se negó rotundamente a asistir a estos centros y no soporta hablar de este
tema, para evitarle el paso de un mal momento, su familia no tiene intención
alguna de recibir información de estos centros para que ella acuda.
Aunque Antonia tiene tres hijos, es
su hija pequeña la encargada de su cuidado, pero cuenta con el apoyo de sus
hermanos que visitan a su madre continuamente y la acompañan a las citas
médicas cada vez que es necesario. Además si ninguno de los anteriormente
mencionados pudiera en algún momento acompañar o hacerle compañía, sus nietos
también se responsabilizan de su cuidado.
La institucionalización del
paciente debe plantearse de forma individualizada, pues depende de distintas
variables relacionadas con la persona y su entorno, pero en general debe
plantearse cuando el deterioro funcional y/o la situación conductual del
paciente superan la competencia del cuidador o provocan su claudicación, con
una red social de apoyo frágil o inexistente. Y este no es el caso de Antonia
en la actualidad.
El cuidador asume un
gran coste personal por su dedicación al paciente, en términos económicos,
laborales, sociales (disminución del tiempo de ocio y relaciones sociales fuera
del hogar) y de salud psíquica y física. Y aunque su cuidadora siente más
limitaciones al realizar su vida con cotidianidad, al ser una persona inactiva
laboralmente, dispone de un tiempo total para el cuidado de su madre.
Demencia Senil y Trabajo Social
Desde el Trabajo Social puede
intervenirse en esta patología crónica, mediante los programas de actividades
llevados a cabo en los centros de día, dirigidas a paliar el deterioro tanto
físico como cognitivo, además puede llevar a cabo las siguientes funciones:
Recibir las solicitudes en el SED,
informar sobre el servicio y orientar hacia el recurso más adecuado según las
características del solicitante y en colaboración con el terapeuta ocupacional.
Valorar al usuario en el domicilio, con
especial atención a su situación social, familiar y económica.
Tramitar y gestionar las solicitudes
presentadas para acceso al SED, así como otro tipo de solicitudes.
Mantener contacto directo y continuado con
los usuarios y sus familias y/o cuidadores principales, realizar genogramas y
valorar la red de apoyos formales e informales del usuario.
Coordinarse con el resto de equipo en
las “reuniones de equipo” valorando y evaluando la evolución de la situación
social y familiar del usuario.
Colaborar en el diseño, planificación y
organización de actividades de ocio y tiempo libre del SED dentro y fuera del
centro.
Valorar junto con el equipo el cese en
el servicio cuando así se considere presentando las posibles alternativas según
los recursos disponibles.
Además como posible
coordinador/a de los centros de día, el trabajador/a social se encarga también
de:
Definir los objetivos del servicio junto
al resto de profesionales.
Determinar junto con el resto de
miembros del equipo, las actividades, coordinando las tareas específicas de
cada uno de ellos.
Implicar a los profesionales del equipo
en la consecución de los objetivos individuales y colectivos trabajando
conjuntamente y ordenando la comunicación y la colaboración entre los miembros.
Aunar y ordenar criterios en el trabajo
en equipo, incentivando la participación activa y la asunción de
responsabilidades por parte de sus miembros.
Ser receptor de las dificultades y
problemas del trabajo diario, tanto individual como del equipo, ordenar las
posibles soluciones y plantear al grupo la discusión de las mismas.
Convocar y dirigir las reuniones del
equipo, orientándolas hacia la consecución de los objetivos.
Comunicarse con las familias e intentar
solucionar cualquier situación conflictiva siempre con la colaboración del
resto de profesionales.
Defender los intereses de los usuarios
respetando en todo momento la autonomía de los mismos y los principios de
justicia, igualdad, equidad y privacidad.
CONCLUSIÓN
La Demencia Senil es
una de las patologías más comunes junto con el Alzheimer en personas mayores de
sesenta y cinco años. Es una de las enfermedades más frecuentes en la tercera
edad.
Se trata de una
enfermedad difícil de asimilar tanto por parte de la persona que la sufre como
para sus familiares, ya que la persona en cuestión con el paso del tiempo
dejará de ser la misma que años atrás, provocando ciertos cambios en la vida
cotidiana de la persona enferma y sus cuidadores, ya que esta irá experimentando
una serie de cambios a medida que avanza dicha patología por las distintas
fases, y sus cuidadores deben de ir adaptándose a cada una de ellas.
Muchos creen que se
trata de una enfermedad nueva que ha aparecido en los últimos tiempos, pero
creemos que esta enfermedad tiene más historia, lo que pasa que antiguamente,
las personas no llegaban a edades tan avanzadas por la falta de atención médica
necesaria y los recursos de los que disponian. Y los que en este contexto la
sufrían, la forma de actuar de estas
personas se les atribuían a la edad, ya que no había estudios suficientes.
Hoy en día
los avances en medicina, tecnología médica y terapias alternativas, otorgan
grandes posibilidades de nuevos conocimientos y tratamientos que nos dan una
luz sobre alguna cura en un futuro próximo. Recordemos que la entrega de apoyo
es uno de los factores esenciales que ayudan de sobremanera a enfrentar esta
enfermedad.
Pero el ámbito
sanitario también puede abordarse desde el trabajo social, no evitando o sanando
patologías, sino apoyando a las familias y proporcionando recursos a los
pacientes. Y quizás sea esto lo que más nos ha impactado de todo este ensayo,
cómo hasta en los ámbitos más inesperados interviene el trabajo social, y ya no
solo en ámbitos, sino en enfermedades que jamás hubiésemos pensado, como es
este caso.
REFERENCIAS
Bancalero
Romero, C.; Carrión Expósito, L.; Hans
Chacón, A.; Quirós López, A.; Romero
Mohedano, C. Demencia por Cuerpos de Lewy: un síndrome clínico difícil de
identificar [Dementia
with Lewy Bodies: a difficult to identify clinical syndrome]. Cuadernos de medicina psicosomática y psiquiatria de enlace, ISSN 1695-4238, Nº. 110, 2014 , págs. 11-17
Brañas
Baztán F.; Serra Rexach J A. Orientación y tratamiento del anciano con
demencia. Boletín de Información
Terapéutica del Sistema Nacional de Salud 2002; 26 (3): 65-77 pág.
Calcerrada, E., Calvo,
A. y Prieto, J. Atención de la demencia en el marco de la dependencia. (Centro
de Día para Enfermos de Alzheimer de Ciudad Real).
Castellanos Pinedo, F.,
Cid Gala, M., Duque San Juan, P. y Zurdo Martin (2011). Abordaje Integral de la
Demencia. Información Terapéutica del
Sistema Nacional de Salud, 35 (2), 39-45.
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