Tanto Freud como Lacan sostienen que habría duelos
“normales” y duelos “patológicos” y desubjetivación.
“LA
SUBJETIVACION DEL DUELO EN FREUD Y LACAN”, nos referimos específicamente al duelo por
la muerte de personas queridas.
En la Clínica nos encontramos con pacientes invadidos por la
angustia que provoca la muerte de seres queridos. Estos fenómenos, se muestran
por ejemplo, en las versiones de inhibiciones, pérdida de la capacidad de amar,
anorexias, bulimias, fobias, neurosis de borde, adicciones, actuaciones
suicidas y homicidas, sometimientos, autoacusaciones, violencia contra sí mismo
o contra otros, que muchas veces revelan ser dificultades del reconocimiento y
subjetivación de los duelos.
La subjetivación de los duelos es la capacidad de ir más
allá para pensar en la recomposición subjetiva luego de la irrupción traumática
por la muerte de un ser querido.
La subjetivación articula los discursos sociales, políticos,
religiosos que refieren en cada tiempo a la muerte de las personas queridas-lo
público. Los modos, las costumbres, los estilos de duelar en la vida privada de
cada época-lo privado- y la inscripción inconsciente de los mismos-lo íntimo.
La desubjetivación, deja al Sujeto escasos recursos
simbólicos-imaginarios. Con los que se podría envolver el trauma que produce la
muerte de un ser a quien se ama. La precariedad de recursos, más Sujetos sin
recursos simbólicos para recomponer sus vidas subjetivas, el lazo social la transmisión simbólica hacia las generaciones
venideras. Las muertes no son acompañadas desde los mitos y los ritos que antes
proponía el Otro y se deja a los deudos solos con sus muertos.
Tanto Freud como Lacan dicen que la muerte confronta al
deudo en un estado de indefensión (Freud) con el vacío de la inexistencia del
Otro (Lacan) y proponen algún encuentro con la angustia.
La angustia deberá transmutar en dolor y en el duelo, lo que
hará posible algún camino hacia la subjetivación en los mismos. Convirtiendo la
angustia en dolor y permitirá al Sujeto encontrar una significación sobre su
lugar en relación con el objeto perdido. Esto podrá dar lugar al síntoma, a las
formaciones del inconsciente, a las identificaciones (como a los efectos de
significación), o al acto sostenido desde el fantasma. A veces, se soporta al
vacío mismo y desde allí se crea.
Será en este siempre difícil tránsito que se podrá pensar en
la subjetivación del duelo: que el Sujeto (deudo) pueda reconocer, luego de
éste pasaje, las marcas que esa muerte dejó en él y restablecer el lazo con la
memoria del muerto, con su filiación, por lo tanto, con el tejido social.
Las consecuencias de la desubjetivación devastan la
condición humana. El frágil límite entre lo significable y lo irrepresentable,
lo imposible de significarse, se rompe, lo que no puede ser sin consecuencias
para la sociedad.
“DUELO Y MELANCOLÏA” en Freud
Freud interroga el
duelo, no sólo por la importancia de a quien pierde el sujeto, sino qué pierde
de él en esa pérdida. Cuestión crucial para la subjetivación en
el duelo, ya que en él algo de la subjetividad queda modificado, desgarrado,
desmembrado, roto. De allí la importancia de trabajar el lugar de la
subjetividad en el duelo y de la posibilidad de que el Sujeto pueda reconstruir
lo que de él queda dañado. En la melancolía se ve dificultada la función
subjetivante.
En Lacan, el Sujeto en el duelo por la muerte de un ser
querido, es asediado por lo traumático, ante ese golpe se desamarra la trama
significante que sostiene su escena del mundo y a su propia subjetividad. La
trama significante rompe su encadenamiento, y el Sujeto en el duelo queda
vaciado de significantes para enfrentar el agujero de la embestida traumática.
De allí que es muy importante la función subjetivante en el duelo, que tiene
que ver con la posibilidad de cada Sujeto de rearmar su escena del mundo, su
trama significante, sus recursos simbólicos e imaginarios para hacer frente a
la embestida de lo Real que la pérdida-la muerte de una persona
querida-ocasionó.
La función
subjetivante del duelo permite el pasaje del campo de lo traumático (de la compulsión a la repetición), a la
posible reinscripción de la falta entretejida por el deudo, para arribar al
deseo.
También Lacan se ocupa al tratar la cuestión del duelo no
sólo a quién pierde el Sujeto, sino qué pierde de él en esa pérdida. “Sólo estamos de duelo por alguien de quien podemos decir YO ERA SU FALTA” (Lacan.
1963, p. 155). Es decir, sólo es posible hacer duelo por aquel cuya falta
fuimos y cuyo deseo causamos. Por eso quién está de duelo, efectúa su pérdida
con “un pequeño trozo de sí”.
Lic. Muriel Solange
Almeida
Psicóloga
UBA
MN 61728 MP 97804
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